EL CICLO DE LA VIDA, LA SOCIEDAD DE VIVOS Y
MUERTOS Y SU REENCUENTRO
Sisa Pacari.
El ciclo de vida y muerte.
En las comunidades andinas, la vida y la muerte constituyen un
permanente renacimiento, cuyo símbolo es
el churo en el centro de la chakana; vida
y muerte es algo inseparable, el uno del otro.
La
muerte no es el final o la terminación del ser; se concibe a la muerte como el
cumplimiento y culminación de una etapa de la vida. Es la llegada a un
momento de la permanencia en la existencia de los seres. De ahí la expresión “Ñawparkallami”,
él o ella solo se adelantó.
En este sentido, entendemos
que la muerte es como un viaje a otra dimensión de la vida. El paso a otro nivel del cosmos. La muerte no
es final o la terminación del ser. Es la continuidad del ser dentro de la
totalidad existencial
A partir de la experiencia de la muerte en las comunidades
andinas, se comprende el sentido de la trascendencia e inmanencia del espíritu
de los seres. Después de la muerte podemos estar en el más allá y también en el
mundo de los vivos, el kay pacha. El kay pacha “es un producto de la complementación
y del equilibrio entre los dos ejes”
tiempo y espacio que se superponen. “La vida y la muerte humanas son fenómenos
que se ajustan al comportamiento general del universo y expresan la interacción
generatriz y reproductiva suscitada
entre el inframundo ukupacha y el supramundo o hawapacha” (Sánchez, 2015, p.
68).
Volver al origen de la madre tierra: Al
seno de la pachamama
El ritual funerario y su significado
Cada una de las comunidades
tienen sus costumbres, formas y ritos. Tienen
el carácter festivo; en algunas, hay abundancia de comidas, bebidas, colaboración
solidaria de la comunidad. Sin embargo, presentaré algunas de las formas
vividas en las comunidades de Saraguro.
En el cuarto de velación está una
hermosa chakana, con flores y luces. Nuestra chakana del cual venimos y nos
guía el corto tiempo de permanencia en
esta tierra. Durante la velación
se canta y se cuenta la vida del difunto. Esto recuerda lo que se hacía en la época del Tawantinsuyu
a los jefes, incas y los muertos, como
señala Garcilazo de la Vega. Los cantos y poesías que se hacían en aquellas
épocas se llamaba wanka o Lanka, eran
himnos y cantos fúnebres.
En el ritual fúnebre en Saraguro hay dos
espacios y dos momentos de despedida:
1) El
espacio de la casa.
En esta morada habitual se cumple la velación. Se viste con el mejor traje:
azul negro y blanco. Antes los curas
impusieron que se vista con un
manto café de San Francisco o de algún
santo. A partir de la década del 1970 del
siglo pasado, cuando la misma religión católica insertó a nativ@s en la catequesis se reflexionó y se retomó
hacer con la propia vestimenta.
1.1)
La
primera despedida. El día del
entierro, todos los familiares se
despiden, conversan, piden perdón y
envían mensajes a los antepasados
muertos. El cadáver sale de la casa. Lo
cargan los ahijados, no hace la esposa
ni el esposo. Los familiares del finado no deben participar en el traslado
del cuerpo. El ayni de llevar los restos mortuorios
corresponde a los otros miembros de la comunidad, que en lo posible no tengan
lazos de familiaridad sanguínea.
2) El
espacio del campo santo
Ritual
de despedida
en el cementerio: una vez bajado el cadáver y
colocado en la fosa, es el momento triste; la primera porción de tierra lo arrojan los familiares más
cercanos, si es casado, lo hace la
pareja, si es soltero, hacen
la mamá y el papá. Luego continúan otros familiares y los sepultureros. Cumplido este paso se dan algunas acciones de acuerdo a las
costumbres de cada comunidad. En San Lucas, existe la tradición de que los
amigos den caramelos a los niños
y niñas que han acompañado al cementerio. Y luego,
ahí en el cementerio, los familiares
del decesado brindan
comida a todos los asistentes, (informa Carmen Vacacela). Y este
compartimiento alimenticio termina en la casa.
Ritual de
recordatorio
El concepto de trascendencia a otro nivel del cosmos es importante y por eso no se
puede olvidar. Durante un año se hacen
las ceremonias recordatorias: esto es, una misa al mes, a
los tres meses, a los 6 meses y al fin
al año. ¿Por qué? Son 4 veces,
que simboliza las 4 partes de la
chakana o cruz del sur, los cuatro principales raymis.
En esta misa del año
existe un ritual muy particular.
Todos los familiares, vecinos y amigos sse convocan en la casa del finado/a , van al cementerio
llevando comidas, frutas y bebidas. Es una gran fiesta.
De retorno en la casa del finad@, se realiza
el ritual de la última despedida. Los
familiares se visten con las ropas del difunto y simulan revivido al difunto. Cargan sus
ropas y bailan en círculo. Entre baile y
baile van despojando la vestimenta del
que representa al difunto, luego queman, o regalan para algunas personas,
señala Carmen Vacacela. Es el ritual del año, de la despedida para que
el alma o samay del difunto pueda trascender al hawa pacha o cosmos y
formar parte de la sociedad de los
muertos. Solo después de esto el samay o
espíritu entra en acción y reciprocidad
y ayni con los vivos, con su comunidad. Se vuelve más etéreo y con el tiempo se
convierte en los mallkis y descienden al
uku pacha, al seno-centro de la tierra, de donde cobró el palpitar y pasa a
integrar la sociedad de los ancestros;
que yo los llamo son los
ancestros cósmicos y biológicos. Con esta despedida del año, se produce el rompimiento, la disgregación de lo
material-terrenal para volver a ser energía. De ahí que, una vez cumplido el año los mayores cuentan, que decían “Ahora sí, papito, mamita quedas en
plena libertad para buscar otra pareja, para rehacer tu vida”.
Hasta ese momento, el deudo tiene
respeto, se siente comprometido y ligado a la persona fallecida.
Antes del año, el espíritu del difunto permanece en la
tierra, cuidando a sus seres queridos. De volver a casarse antes de este
tiempo, el difunto sufre porque no puede
entrar en la casa, informa mama Rosa Vicenta Guamán. Su lugar ha sido usurpado.
Solo se queda contemplando desde la
distancia. Así señalan, que en sueños el
alma de la persona, habla a los hijas e hijas.
El ritual funerario en todas
las culturas originarias-históricas ha
sido una parte sustancial de la cohesión social, “del propio sistema de
integración de los individuos", asegura Miguel Rivera. "El muerto no
desaparece, sino que continúa en la sociedad y es parte de la integración de
todos los miembros de esa sociedad".
Ritual de niños y niñas
Cuando mueren los
niños y niñas hasta la edad de 13 años
se baila. Se arregla un altar de blanco y celeste y se vela por 3 días.
Para el ritual de la primera
despedida se hace lo siguiente: antes de salir de la casa se
realizaba una ceremonia, que consiste en
bajar del altar, colocarlo en el ataúd; tomar las bendiciones de la mamá, del papá y
de los familiares maternos y paternos. Luego en un círculo, colocando el cadáver al centro, se baila con
las velas o cirios. Si es niña, lo
cargan niñas, vestidas de sarawis o
vírgenes del sol; si es niño, lo cargan los varones. En el camino de la casa al
cementerio , la caminata se hace
acompañado de la música. En nuestra filosofía, los niños
que morían se convertían en estrellas y ocupaban un lugar en el firmamento.
El
lavatorio jila takshana o el picha (5)
A los tres o 5 días después del
entierro se convoca a todos los familiares del finado para proceder al lavado
de sus prendas de vestir y el año del doliente y sus familiares. Estas
actividades se hacen en una confluencia de ríos. El lavatorio va acompañado de
unos rituales propios para estos momentos. El baño del o la doliente significa
la purificación del samay o aliento con los del “aya”; dicen para que el río se
lleve hacia mamakcucha todos los “jamazhis” (el robo del aliento, energía por
otra persona), dolores y sustos. El lavatorio del cinco se trata de la
purificación de las ropas,, quinees lavan en el río no deben mandar ninguna ropa en el agua, porque esto trae malos augurios. Luego se hace la limpieza y purificación del ambiente
y de la vivienda del difunto. Se queman las ropas o se dividen entre los hijas e hijas. Todas
las pertenencias del alma deben ser despachadas adecuadamente.
Según las costumbres que difieren de lugar a lugar, algunas de las
vestimentas del finado pueden ser entregadas a sus familiares, o algún
comunere, según el rol de importancia que éstos desempañan en la comunidad
EL REENCUENTRO ENTRE VIVOS Y MUERTOS:
día de los difuntos
No es posible dejar la pertenencia a este
mundo, la sociedad de los vivos. Los muertos viven en permanente relación con
sus familiares y la comunidad. Esta realidad de relaciones del alma con los
vivos, “incluso se logra después de los tres años” (Sánchez, 2015), cuando se
despide para el encuentro con el origen.
En la cosmovisión de pueblos nativos, los seres
humanos no mueren, pasan a otra vida
donde el diálogo es posible. Los ingredientes principales para
"dialogar" con los muertos son el champús y el pan amasado en casa. “La
preparación del champús, el alimento ritual funerario de los pueblos del norte,
requiere harina de maíz, panela y hojas verdes de limón. Esta preparación es
consumida exclusivamente en noviembre o en los funerales de adultos y es
considerada como la colada predilecta de los muertos”.
La fiesta de los difuntos,
en las comunidades andinas, así como en otras comunidades originarias raizales
de América Latina, es muy importante. Se hacía todo el mes de noviembre
por eso se le llamaba ayamarkay
El día de los difuntos es el
reencuentro de la sociedad de los
muertos o mundo de los espíritus con la
sociedad de los vivos. Este día, se debe
llevar la comida preferida del que en vida
fue, se prepara la víspera y el día dos
de noviembre en el campo santo se comparte con las almas, se come y se hace intercambio con los familiares. Recuerdan que antes de las comunidades de la parte oriental (Oñacapac,
Tambopamba, Ñamarin, Tuncarta) traían
matiuchu, mote y carne, y en un
mantel blano se compartía la comida con
todos los presentes. Inclusive había
música. Desde que estas comunidades
crearon su propio cementerio, debido a la distancia del centro de Saraguro, lamentablemente se ha disminuido esta
tradición. Influidos por la religión católica y las sectas religiosas se está
perdiendo, porque estas religiones
infunden en sus seguidores que no es fundamental visitar el campo santo porque “los muertos están bien muertos”.
Es importante anotar que en la cosmovisión andina de Saraguro, se
conoce que los espíritus o almas empiezan a llegar desde el 30 de octubre. El día 31 es el
retorno de las almas de los niños, el 1 de noviembre es el día de los vivos, de
la espera de las almas mayores; y el 2 es el de difuntos.(Rodolfo Sánchez,
2015, p. 74).
El día primero de noviembre, –día de todos los santos en la
religión católica,- se hacen las wawas
de pan, caballitos de pan, los padrinos y madrinas regalan a sus ahijados. Este
día se renueva el compromiso y la relación entre padrinos –ahijados; ese fue el compromiso que adquirió cuando aceptó
ser padrine.
Las wawas de pan en mi opinión
serían el símbolo de los niños
menores de 7 años que llevaban el mensaje a Wirakcucha el día del solsticio de
Intiraymi, cuando los incas,
especialmente Pachakutik- pensaron que se cerró el camino de comunión entre vivos y muertos, y
que los dioses habrían abandonado para siempre su creación, según expresa
Sullivan; estos niños llevaban el mensaje
pidiendo a los dioses la permanencia y vida humana en el planeta
tierra, que no se de un pachakutik de la
oscuridad, “Ama Pachakutik”.
Si los
familiares no se van al cementerio, las almas
están allí tristes, buscan por
todas partes, preguntan si no han visto a los familiares. Esperan y luego de la
semana retornan diciendo “No han venido… nadie aparece, se han olvidado de mí, “shuk wata kutisha,
ichapish chayman shamunkakuna”.
Por eso es importante no
olvidarse de las almas para no romper
esta relación de convivencia. Las almas o
espíritus de los difuntos retornan para compartir en la convivencia de muertos
y vivos de la comunidad. Esta convivencia da sentido de unidad y restauración
de la armonía cósmica.
La muerte trae unión y memoria,
no separación ni olvido, de ahí que, esas relaciones sociales son más significativas para los vivos que para
el propio muerto.
Signos de la muerte
En nuestras comunidades hay
personas que conocen los signos de la presencia de la muerte. Es decir conocemos y entendemos el lenguaje de la muerte. El
alma de la persona que va a morir se presenta con un año de anterioridad, “recoge los pasos”, es decir viaja por los
lugares que en vida transitó. En este
viaje, puede aparecer y conversar con la gente conocida de su familia y muy especialmente con
aquellas personas con quienes tiene alguna deuda que pagar o cobrar. Cuentan las
personas que lo han visto corriendo, cansado y destilando abundante sudor
(jumpi sapa tuparka).
Los signos de la presencia del
alma de la persona que va a morir son diversos. Existen las huellas del alma en
los caminos recorridos, lo llaman “aya kuynay” el vómito del alma; el lloro del
búho; la presencia de ciertas aves en
las casas; los signos de la producción de los cultivos, “sapalluta tarpushpa,
ancha pukukpika, sapalla sakirinki”, la persona sembró el sapallo o cualquier
otro producto y ese año fructificó en demasía, señalan las compañeras puruhaes; las aguas de las fuentes o vertientes
manifiestan un estado diferente al
normal; las personas demuestran un tipo de cansancio en las caminatas y en el trabajo; “la
presencia de ciertas formas de vientos, los matices de la luz del atardecer (antawara);
la manifestación de la imagen de la persona que va a morir (especialmente en
las noches de luna); las pesadillas que sufren algunas personas en la noche de
sueño (alma ñit'in)”, acota Rodolfo Sánchez. La persona se muestra
envejecida en el último tiempo; han visto
en su físico una calavera, es decir hay un cambio en su rostro y en su
forma física y por que no decirlo en su interior, cuando ha realizado una acción que en su vida nunca lo practicó o dijo.
Saraguro, 27 de octubre del
2018