Desde el día 23 de diciembre de
1994 declarado por las Naciones Unidas, cada año se conmemora el día mundial de
los pueblos indígenas. Este año en Ecuador
celebramos con una marcha de
resistencia, iniciada el 2 de agosto desde Tundayme en Zamora Chinchipe y
finalizando en Quito el 12 de agosto.
Nuestra protesta tiene múltiples espacios y tiempos ante la
permanente destrucción cultural. Venimos
de un proceso de 523 años de resistencia a las políticas de eco-cidio y
etnocidio. Cuando llegaron los invasores trajeron ese “nuevo mundo” capitalista
moderno, cuyo dios era el dinero. Los invasores españoles comían oro todos los días a costilla de la
muerte de los indígenas. Manco Inca, dijo, “esos barbados no son seres humanos,
son unos diablos, que quieren beber el
oro”. Y descendiente de esos diablos son
los gobernantes de hoy, del capitalismo del siglo XXI. Ejemplos de destrucción de la
fiebre por el oro y la plata,
son Montana en California, Yanacocha en Perú, Potosí en
Bolivia, Cóndor Mirador en Zamora, Intag en Imbabura, Fierro Urku en Saraguro.
Nuestras luchas en cada gobierno
han sido diferentes, no obstante, los
temas siempre han sido los mismos, unas veces contra los terratenientes y hacendados; otras, con temas nacionales como el gas, la
gasolina, la educación, la salud, la tierra, el agua, el medio ambiente, contra las privatizaciones; otras
veces, han sido por la exigibilidad de los derechos de los pueblos indígenas, como
el respeto a la identidad y la cultura, contra la discriminación y el racismo.
En el gobierno de Correa se ha agudizado las políticas neoliberales, a través del extractivismo minero y petrolero,
privatización de agua, etc. Es un etnocidio porque nos han quitado el Sistema de
Educación Intercultural Bilingüe, conseguido por las luchas de nuestros ancestr@s, la justicia indígena, nos han arrebatado las
instituciones indígenas como la salud intercultural, el CODENPE, bajo el
pretexto de interculturalidad y un Consejo de la igualdad. Se han vaciado nuestros conceptos filosóficos de interculturalidad,
plurinacionalidad, sumak kawsay, se han vaciado los símbolos culturales de la chakana, de la whipala, el idioma, nos han
quitado el derecho a la autodeterminación. Los territorios de las nacionalidades también
son destruidos por medio de carreteras, que serán utilizadas en su mayoría por
grandes empresas, que simplemente verán por su propio beneficio, condenando a
todos los pueblos asentados ahí a desaparecer o a ser parte de este mundo
globalizado, al cual por su propia cuenta se han negado a pertenecer, violando
todos los derechos conseguidos a través de una ardua lucha en la constitución
de 1998; acciones que conllevará a
resultados nefasto donde los indígenas serán visto como algo que existió alguna
vez y no un pueblo que vive con su propia cosmovisión y cosmovivencias lejos de toda la supuesta
civilización que nos rodea.
Correa utilizó a los movimientos sociales y al movimiento indígena
para sus interese personales, cuando subió al poder cambió su discurso de “forajido” defensor del pueblo por la defensa de las políticas
extranjeras dictadas por mineras, madereras y petroleras. En la casa de la CONAIE, Correa y algunos de
sus incondicionales colaboradores como Virgilio
Hernández, Betty Tola, Doris Solís, Augusto Barrera, Gabriela Rivadeneira y
otros hicieron un amago de conocer a los pueblos indígenas, su
cosmovisión sus principios filosóficos,
su proyecto político, para usarlo como
bandera de lucha en pro de conseguir el poder ejecutivo, y una vez instalados ahí todo lo dicho quedó solamente en eso, en
palabras, trabajando solo por sus interese personales, usando de manera burda a
la izquierda para conseguir sus objetivos .
Con claridad se ve que los
pueblos indígenas fuimos instrumentos para los intereses de la revolución ciudadana. Correa y sus aliados no entienden
a los pueblos indígenas porque no
conocen a su pueblo, a los cholos,
campesinos, negros, mestizos; no
conocen la dignidad profunda de
los indígenas; con bonos y puestos de trabajo condiciona la conciencia de las personas para que hagan lo
que él ordena y si no los bota a la
calle, a la desocupación.
Este gobierno desarrollista, entreguista
a las transnacionales, extractivista, racista, xenófobo, patriarcal y omnímodo,
es uno de los aliados de la banca, y de los grandes grupos de poder que existen
en nuestro país, siendo beneficiados con más de 8 mil millones de dólares;
ellos son los sectores felices que disfrutan del vivir bien que no es lo mismo
que el buen vivir del sumak kawsay. En tanto ha criminalizado las luchas sociales,
tenemos bastantes líderes condenados y otros tantos perseguidos, por rechazar
estas políticas capitalistas, de
corrupción y de destrucción de la
naturaleza; allí están Mery Zamora, Cléver
Jimenez, Pepe Acacho y otros.
Está en crisis este estado del discurso vacío,
mesiánico, por eso hoy la marcha del pueblo lo rechaza y plantea la
construcción de un gobierno popular un gobierno desde
abajo, que considere otros paradigmas; la socióloga Silvia Rivera
sostiene, “el paradigma de los pueblos
indígenas es la reconstrucción de la Pachamama”. Esta es nuestra lucha y es
planetaria, no solo para los indígenas sino para todos y todas. El
capitalismo tiene una deuda histórica y
ecológica con todos nuestros pueblos. Somos
más de 380 millones de indígenas en el mundo que defendemos a la madre naturaleza y la vida para las futuras generaciones,
tratando de revertir esta sociedad
mercantil . Por todos ellas y ellos se conmemora este día 9 de agosto. Y a
continuar en la lucha hasta el último
día de nuestras vidas.
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