domingo, 1 de mayo de 2022

EL CAMBIO DE AUTORIDADES EN LAS COMUNIDADES

 EL CAMBIO DE AUTORIDADES EN LAS COMUNIDADES

Sisa Pacari Bacacela Gualán (Diciembre de 2021)


El solsticio de invierno celebrado el 21 de diciembre de cada año es una fecha que implica cambio de autoridades comunales en relación con el nuevo camino del sol. En el kapak raymi de tiempos antiguos se designaban jóvenes con proyección de futuras autoridades a quienes lograban pasar pruebas demostrando valores de honestidad, lealtad y trabajo. Las comunidades, los pueblos o llaktas tienen un modo de vida real que está en las expresiones de ese clima cargado de referencias históricas dentro del cual transcurre su existencia concreta. Por el sentido rotativo del poder y dirección, las comunidades renuevan sus autoridades, así como el sol camina no se puede permanecer en un solo puesto. El cambio de autoridades es un proceso de aprendizaje en el ayllu y en el ayllullakta.


En el Tawanitnusyu se tuvo principios organizadores que permitían la relacionalidad entre los diferentes suyus o regiones con sus pueblos o llaktas, los ayllus y comunidades además de mantener comunicación con las diferentes deidades de los lugares sagrados. La organización del Tawantinsuyu estuvo basado en divisiones duales a varios niveles. Cada región, pueblo y comunidad tenía un jefe, líder o curaca. Este proceso organizativo desapareció en la colonia y fue suplantado por el sistema español de gobernadores, alcaldes, fiscales, regidores. A partir de 1940 con la Ley de Comunas se llamó “cabildos”. Un aspecto central de la imposición de estos actos coloniales es el sentido de poder de una persona “superior” sobre los pueblos nativos. Ese poder lo vemos y lo sentimos ahora en las autoridades, en los funcionarios, en el cura, en los asambleistas, en el presidente de la república.


Herinaldy Gómez (2006) señala que en las comunidades andinas existen concepciones diferentes de autoridad, poder y justicia que estructuran una forma particular de comunidad y de solución de conflictos internos. El sentido del poder no es el mismo que el de la autoridad; el poder lo hemos heredado de la colonia, ese sentido vertical de la estructura social piramidal que está en las directivas de nuestras organizaciones. Esta verticalidad expone la competencia entre los seres humanos, por sobresalir por ser superior a los demás. La competencia es un valor derivado de la verticalidad, de la individualidad, del mercado, de la rentabilidad, de la lógica del capital y el poder colonial (Martínez, 2016:80). El poder es definido como “fuerza invencible” que produce esclavitud y el gobierno es “el que administra el territorio propio”. La autoridad es “ sabiduría de mandar o “mandar obedeciendo”. Una concepción a la cual corresponde los conceptos de justicia como “ saber salir a favor de otros sin equivocarse.” (Gómez, 2006: 687).


De acuerdo a esto para los pueblos andinos, autoridad y poder son dos conceptos opuestos y que se puede gobernar por medio de la autoridad o por medio del poder. Los pueblos nativos somos comunidades, somos territorio comunal, no propiedad privada, “somos comunalidad, somos compartencia no competencia, somos diversidad no igualdad (Martínez, 2016: 70). En nuestra comunalicracia priman los valores del trueque frente al mercado, la compartencia de la vida con la naturaleza, una comprensión integrada a la tierra. Los actos más significativos implican colaboración, apoyo mutuo y participación. La participación constituye un modo de colaborar en la creación periódica del cosmos que se percibe como un juego permanente de fuerzas, de descarga y recarga de energías.


Las comunidades tienen varios mecanismos de control social; antes las autoridades de las comunidades, a nivel general, se regían por el sistema colonial de gobernadores, quinto gobernadores, alcaldes, fiscales, alguaciles y regidores (Bacacela, 2007) sometidos a la autoridad mestiza estatal. Al desaparecer este sistema, los cabildos continuaron bajo un esquema de dependencia del Ministerio de Agricultura y Ganadería, o del cura párroco, quien avalizaba y posesionaba. Con el avance de derechos, hoy en día, las comuneras y comuneros son quienes posesionan a su autoridades. Desde que se retomó la celebración de las ceremonias del Kapak raymi, en Saraguro, (1996), se cambió el nombre de cabildo y hoy se los denomina “kapak”; en otras comunidades, como del Azuay, se continúa llamándolos “cabildos” o consejos de gobierno.


El cambio de mando es un conjunto de acciones simbólicas y ceremoniales, en el cual intervienen varios elementos, como la palabra, el espacio, el tiempo, el orden, los participantes. Se trata de una elección anual que le confiere un sentido simbólico y ritual de continuidad cultural, de perpetuación de los principios organizativos de los ancestros, de asignarle la función de veeduría del bienestar de los comuneros y del cuidado de los territorios comunitarios y sus recursos. Nuestras autoridades cumplen un doble rol: como defensor de las tierras comunitarias y como representante ante el estado y la sociedad mestiza. Es un proceso organizativo que garantiza la supervivencia cultural social y política de los pueblos nativos tan amenazado por los procesos globalizantes del modernismo.


Las autoridades del cabildo se nombran por consenso o por votación de comuneros y comuneras.

El cabildo y el consejo de gobierno es la autoridad como órgano de gobierno y administración central; ejerce múltiples funciones y responsabilidades, relacionadas con la agudización de la pobreza, la falta de tierras, los problemas educativos, la migración, la injerencia de sectas religiosas que dividen a las comunidades, los problemas mineros, la defensa de territorios y del agua, etc., la principal función es la administración de la justicia para solucionar conflictos internos que provocan desarmonización. Estos problemas de las comunidades, que no pueden resolverse son los retos del movimiento indígena frente a los gobiernos de turno.


Pese a que las autoridades de las comunidades tienen una estructura piramidal, parecido a los del sistema jurídico y político del sistema estado-nación, la consulta permanente, la plática y el consenso demuestra una horizontalidad que emana de la comunalidad (Martínez, 2016: 128). Las decisiones se toman por consenso basados en la legitimidad de los acuerdos, en el sentir de las mayorías, el sentir colectivo. Los consejos de gobierno de las comunas y comunidades son espacios por donde circula y se procesan los diferentes discursos individuales sobre los hechos para producir una valoración colectivamente aceptada. La autoridad se legitima solo en la medida en que sea capaz de permitir que se produzca o se ratifique el consentimiento comunal. De esta manera el cabildo y el consejo de gobierno es el punto de encuentro donde se recupera el sentido del poder que encarna sus comuneros/as y del control que estos ejercen sobre las autoridades que lo representan. Es importante destacar que no se concibe como un espacio para posicionar una cierta ideología , tener prebendas o satisfacer intereses personales.


Los consejos de gobierno de cada comuna, comunidad o pueblo no tiene una estructura uniforme de normas, procedimientos y sanciones. Sin embargo, las autoridades comunitarias mantienen una red de relaciones con los concejos de ancianos, las yachaks o guías espirituales, los ex cabildos, los médicos tradicionales, asociaciones de jóvenes, mantienen un tejido de comunicación y comunalidad para velar por la convivencia y el bien estar de sus miembros.

La convivencia en las comunidades se expresa cuando comuneros y comuneras se sienten parte de estar contentos, de vivir bien, de vivir en tranquilidad de tener que comer, y poder compartir; es decir de poder expresar la experiencia vital de “estar” y “saberse parte” de una comunidad y de los deberes para con ella. “La convivencia de todos, es el compartir con reciprocidad porque hay una mutua dependencia” (Gómez, 2006: 697). Pensamiento que lamentablemente en los últimos tiempos está deteriorándose.


La continuidad cultural se expresa en la reproducción y el mantenimiento del sistema simbólico que el poder comunal proyecta y reclama de sus autoridades. El desafío es luchar para no perder lo nuestro y transmitir la enseñanza de los mayores a las futuras generaciones. De ahí, los principios valorativos Munay, -voluntad consciente de amar,- Llankay, - trabajo diario,- Yachay, -sabiduría,- conducen a trabajar con voluntad, sacrificio, sin pago, por el bien colectivo para alcanzar el equilibrio. Principios bajo los cuales se conducía todo el comportamiento social, político, ético y moral de la sociedad del Tawantinsuyu.


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